EL PROYECTO
Leer sobre un proyecto ajeno resulta siempre algo aburrido, lo sabemos. Así que explayarme sobre las bondades y maravillas que esconde un espacio tan único y especial como Bahnhof (os la estoy colando así de soslayo), sería repetir lo que todo hijo de vecino hace cuando se trata de explicar en qué consiste su historia particular. Si hay padres o madres que estén leyendo este texto, bien estructurado en cuanto a forma pero pretencioso en cuanto a fondo, entenderán a la perfección el símil con el orgullo del padre que insiste una y otra vez sobre los encantos de sus retoños.
¡Y qué voy a hacer yo si soy el hacedor de BAHNHOF, padre y madre en uno!
Lo único que cabe destacar, a lo que sí haré alusión, es a su naturaleza en continuo crecimiento. Este es un proyecto incompleto, quizás suene extraño dicho por el que lo imagina, pero no es complicada su explicación.
BAHNHOF continúa desde hace más de 17 años en permanente evolución, de hecho, si en algún momento dejara de estarlo, sería la evidencia de su final, la evolución habría concluido y el reto desaparecería. No obstante, es algo que concibo imposible hoy por hoy.
Un lugar muy personal con una impronta única e inmutable, con su universo físico en la capital del cierzo, y conducido por un licántropo inmortal que decidió nacer en Betanzos al abrigo de la Balanza y acompañado por el Centauro.